Kilométrico Boomer
How many doors had I open and closed? How often had I sneezed?
jueves, octubre 11, 2007
Cerrado temporalmente...
... por incapacidad de la regente.

Volveremos, espero que pronto, con más historias y cosas que contar.
Me encontrarán en el correo electrónico a su derecha.

Cuídense.
martes, octubre 09, 2007
Esa cosa a la que se suele llamar amigos...
- Para tomar café.
- Para echar unas risas.
- Para ir de compras.
- Para hacerles regalos.
- Para que te regalen.
- Para abrazarles.
- Para darles besos sonoros en las mejillas.
- Para llorarles.
- Para pedirles que se queden.
- Para dejarse convencer por ellos.
- Para madrugar.
- Para trasnochar.
- Para engancharse al tabaco.
- Para probar drogas y sustancias nuevas.
- Para investigar calles.
- Para descubrir bares.
- Para pedir las mismas tapas.
- Para cocinar.
- Para comprar en el Mercadona o similares.
- Para pelearse por quién friega.
- Para que te lleven a casa.
- Para que te recojan.
- Para que te abracen infinito.
- Para que te presten apuntes.
- Para convencerles de que sigan estudiando.
- Para decirles que les quieres.
- Para meterte con ellos.
- Para enfadarte.
- Para reconciliarse.
- Para invitarles a cubatas.
- Para brindar por tonterías.
- Para beber chupitos de tequila.
- Para emborracharse.
- Para recogerles cuando están borrachos.
- Para que te sujeten cuando estás que te caes.
- Para que te lleven al médico.
- Para que te presten dinero.
- Para que sean tus padrinos en las bodas o los padrinos de tus hijos.
- Para dedicarles canciones y poemas.
- Para asistir a sus obras de teatro, lecturas de tesis, presentaciones de libros, estrenos de mediometrajes.
- Para conocer a sus familias.
- Para acoger a sus novios o novias y cogerles cariño, o meterse con ellos.
- Para apostar por cosas absurdas.
- Para quitarles tabaco.
- Para pintarrajearles la carpeta, los estuches y las maletas.
- Para viajar con ellos.
- Para conocer sus casas.
- Para dormir en sus cuartos o camas.
- Para leer sus cartas, posts, comments, mensajes.
- Para vivir con ellos...

Para todo eso sirven y para todo eso están. Incluso cuando no están, cuando se van.

Editado para decir que... No tengo palabras. Ni hoy, ni mañana, ni las tuve el 10 de septiembre ni el 17. Despedirme de cualquiera de vosotros siempre me lleva a un estado de mudez absoluta. No puedo expresar cuánto te echaré de menos ni cómo notaré que no estás ahí abajo. Sólo puedo cerrar los ojos y recordar aquella canción que tú me dedicaste cuando yo me fui hace justo dos años...

En silencio y sin cruzar una palabra,
solamente una mirada es suficiente para hablar...

Muchísima suerte, cariño.
lunes, octubre 08, 2007
Alameda
Hace poco hizo cuatro años de la primera vez que salí por la Alameda de noche (desde que hago esas cosas), y fue en el cumpleaños de Vegha, en julio de 2003. Existía entonces "el circulito", es decir (perdonadme si no me explico bien), un trozo de pavimento con forma ovalada en medio de la plaza, de unos cuarenta centímetros de alto, que hacía las veces de banco-escalón donde sentarse y a-sentarse (más bien) para todos los grupos y gropúsculos que allí se congregaban, léase: hippies, hippies con diábolos, timbales, tambores, guitarras, heavies, punkies, yonkis, gays, modernitos... y nosotros, y otros como nosotros, gente más o menos normal pero con afinidad hacia lo alternativo, cuando todavía eso no tenía connotaciones negativas.

Al poco tiempo empezaron las obras, y desde hace unos dos años aproximadamente, sobre todo este último, la Alameda ha cambiado. Antes era una avenida - plaza enorme con montones de bares sucios y cutres, antros con cerveza a veinte duros, putas arrastradas y gente sentada en el suelo jugando a las cartas; ahora los locales son restaurantes vegetarianos o de cocina creativa, bares modernos decorados con muebles de IKEA y luces que cambian de color, etc. Quedan algunos espacios que recuerdan al pasado, como el Eureka, el Central o el mismísimo y legendario bar de Las Columnas, pero ya no es lo mismo.

A principios de 2007, cuando entró en vigor la ley antibotellón en Andalucía (que, por otra parte, ya era hora), parecía que el negocio de la Alameda se había acabado, porque además hay una comisaria en la misma plaza. Sin embargo, el problema no vino por ahí, sino por la ordenanza municipal (gracias, Jane, por la corrección) que el Ayuntamiento dictó a raíz de la ley, en la que se incluía la prohibición de beber en la calle, a secas, es decir, de beber cualquier líquido, y también los famosos "artículos difusos y ambiguos" en los que se prohíben los grupos de más de cinco personas (hay varias versiones sobre el número).
Inmediatamente, hubo varias tentativas de desafiar la ley convocando "manifestaciones" para jugar en la calle a la gallinita ciega y cosas así, para demostrarle a la autoridad que se puede estar en la calle sin beber, y pasárselo bien sin molestar ni ensuciar. Esas manifestaciones fueron disueltas, me consta que con cierta violencia (presencié una de las primeras) por la policía, y la gente no daba crédito. No sólo convertían la Alameda en una especie de centro comercial moderno, en contra de su verdadero y antiguo espíritu (y esto no lo digo yo, que lo conozco desde hace muy poco, sino los que llevan veinte años saliendo por allí), sino que además ya no se puede ni pasarlo bien en ella.

Con el paso de los meses se ha visto que no, que ni lo uno ni lo otro, aunque las políticas vayan en esa dirección; la gente se ha decantado por la dupla Central-Eureka para acoplarse en las terrazas e inventar el botellón legal, en el que tb ensucias la acera y haces ruido, pero al menos el dinero va para los bares que están pagando su impuesto religiosamente. Eso sí, entre las 12.30 y las 2 te echan, bien de la terraza o del bar en su conjunto, y ¿entonces qué? ¿Te quedas en la calle, para que venga un poli y te diga que "en la calle no se puede estar"?

No sé qué va a pasar con la Alameda, pero me da mucha pena ver en lo que se está convirtiendo.
sábado, octubre 06, 2007
CAVS en Sevilla TV
Jiijii... Los de Sevilla TV estrenaron el musical hace un mes aproximadamente y para ello prepararon un reportaje previo a la emisión... aquí lo tenéis...


jueves, octubre 04, 2007
Los hombres de Mer, parte IV

Hay personas que, en nuestra juventud, se convierten en una especie de mitos-iconos de belleza por razones que no podríamos definir muy bien. Luego, una vez los años han pasado y cambian nuestros gustos (incluso puede que cambien de género), no lo vemos todo con los mismos ojos, pero seguimos siendo, en cierto modo, fieles a esos iconos gráficos que buscábamos a todas horas en revistas o películas, siguiéndoles a donde hiciera falta y devorando su producción como si realmente se tratara de una producción decente.


Eso me pasó a mí con Ryan Philippe cuando le vi por primera vez en Sé lo que hicisteis el último verano, en 1997, al lado de Sarah Michelle Gellar y Jennifer Love Hewitt. Ya entonces me gustó mucho más él que ellas, y eso era extraño, creedme. Luego le seguí por (Studio) 54, Playing by heart, Crueles Intenciones, Conspiración en la red y Gosford Park,y aunque normalmente sus películas se caracterizan por ser bastante malas y él por ser un actor pésimo, debo admitir que me encanta. Bueno, tampoco es que sea pésimo, ha tenido intervenciones dignas, como en Gosford Park, pero digamos que no será su talento interpretativo lo que prime a la hora de escogerle en un casting, supongo.

En cualquier caso, esta entrega en particular me hace plantearme que, no sé por qué, con los tíos mi criterio es menos selectivo. No me fijo tanto en lo que me transmite como actor (como sí me pasa, en general, con las mujeres), sino en lo que me transmite como hombre. Durante el bachillerato llevaba una foto enorme de él en mi carpeta y Charo, mi profe de inglés, solía decirme que "le faltaba un hervor", algo que yo entonces no entendía muy bien, pero ahora sí.
Estoy dándome cuenta de que, salvo Gerald Butler, los tíos que me gustan son bastante mariconcetes. ¿Por qué será?

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lunes, octubre 01, 2007
Dijo una voz popular...

No tengo nada que decir. Tengo muchas cosas que hacer, y también mucho tiempo para hacerlas. Tiempo, ay, precisamente eso que me faltaba el año pasado, ahora siento que me sobra, que me ahoga.
Volveré a las tardes eternas viendo películas en la sala de visionado de mi facultad. Odio los menús del comedor, pero el microondas sigue funcionando.