Hace poco hizo cuatro años de la primera vez que salí por la Alameda de noche (desde que hago esas cosas), y fue en el cumpleaños de Vegha, en julio de 2003. Existía entonces "el circulito", es decir (perdonadme si no me explico bien), un trozo de pavimento con forma ovalada en medio de la plaza, de unos cuarenta centímetros de alto, que hacía las veces de banco-escalón donde sentarse y a-sentarse (más bien) para todos los grupos y gropúsculos que allí se congregaban, léase: hippies, hippies con diábolos, timbales, tambores, guitarras, heavies, punkies, yonkis, gays, modernitos... y nosotros, y otros como nosotros, gente más o menos normal pero con afinidad hacia lo alternativo, cuando todavía eso no tenía connotaciones negativas.
Al poco tiempo empezaron las obras, y desde hace unos dos años aproximadamente, sobre todo este último, la Alameda ha cambiado. Antes era una avenida - plaza enorme con montones de bares sucios y cutres, antros con cerveza a veinte duros, putas arrastradas y gente sentada en el suelo jugando a las cartas; ahora los locales son restaurantes vegetarianos o de cocina creativa, bares modernos decorados con muebles de IKEA y luces que cambian de color, etc. Quedan algunos espacios que recuerdan al pasado, como el Eureka, el Central o el mismísimo y legendario bar de Las Columnas, pero ya no es lo mismo.
A principios de 2007, cuando entró en vigor la ley antibotellón en Andalucía (que, por otra parte, ya era hora), parecía que el negocio de la Alameda se había acabado, porque además hay una comisaria en la misma plaza. Sin embargo, el problema no vino por ahí, sino por la ordenanza municipal (gracias, Jane, por la corrección) que el Ayuntamiento dictó a raíz de la ley, en la que se incluía la prohibición de beber en la calle, a secas, es decir, de beber cualquier líquido, y también los famosos "artículos difusos y ambiguos" en los que se prohíben los grupos de más de cinco personas (hay varias versiones sobre el número).
Inmediatamente, hubo varias tentativas de desafiar la ley convocando "manifestaciones" para jugar en la calle a la gallinita ciega y cosas así, para demostrarle a la autoridad que se puede estar en la calle sin beber, y pasárselo bien sin molestar ni ensuciar. Esas manifestaciones fueron disueltas, me consta que con cierta violencia (presencié una de las primeras) por la policía, y la gente no daba crédito. No sólo convertían la Alameda en una especie de centro comercial moderno, en contra de su verdadero y antiguo espíritu (y esto no lo digo yo, que lo conozco desde hace muy poco, sino los que llevan veinte años saliendo por allí), sino que además ya no se puede ni pasarlo bien en ella.
Con el paso de los meses se ha visto que no, que ni lo uno ni lo otro, aunque las políticas vayan en esa dirección; la gente se ha decantado por la dupla Central-Eureka para acoplarse en las terrazas e inventar el botellón legal, en el que tb ensucias la acera y haces ruido, pero al menos el dinero va para los bares que están pagando su impuesto religiosamente. Eso sí, entre las 12.30 y las 2 te echan, bien de la terraza o del bar en su conjunto, y ¿entonces qué? ¿Te quedas en la calle, para que venga un poli y te diga que "en la calle no se puede estar"?
No sé qué va a pasar con la Alameda, pero me da mucha pena ver en lo que se está convirtiendo.
Pero hasta lo que sé, no está prohibido esta en la calle una reunión de personas determinada. No es la época de Franco!
Besos