A veces ha costado tanto, tanto, tanto. Estar, simplemente y llanamente, sola, en un cuarto rodeada de paredes blancas llenas de cosas. Recuerdos y fotos que son ventanas a otras paredes, a otros cuartos, tener al mejor amigo al lado, el teléfono, y seguir estando sola.
Despertarse y vestirse, arroparse diariamente, con calefacción o ventilador, y seguir estando sola. Abrir las ventanas, escuchar el despertador, llegar a clase, y seguir estando sola. Ver a gente, cruzar palabras, compartir un café, y seguir sola. Sola, sola, sola.
A veces ha sido tan difícil, tener a alguien delante y querer decirle tantas y tantas cosas. Me acuerdo tanto de ella, Nos hicimos tanto daño, No sé si valió la pena, Me da miedo olvidarla, Me da miedo que me olvide, Me da miedo recordarla siempre, Me da miedo no encajar cuando vuelva, Me da miedo no querer volver, no querer irme, no poder irme, quedarme atrancada, atascada, retrasada.
Ha habido momentos, tantos momentos, tumbada en la cama mirando al techo, viendo pasar las horas, los días, los segundos con pies de plomo. Pensando en el pasado, en el futuro, en cómo hacer esto o aquello, en cómo seguir adelante. Suelta el teléfono. Suelta el bolígrafo. Suelta el teclado. Suelta esa mano. Este año ha supuesto aprender a estar sola, pasar días enteros sin cruzar una palabra más que con el cajero del Consum. Marcar, con rayas en la pared, los días que llevo sin abrazar a nadie, sin besar a nadie, sin que nadie me coja de la mano.
Podría decir ahora: ha sido dificilísimo, durísimo. Podría decir: llevo una losa metida dentro y me cuesta respirar. Podría decir: quiero ponerme a llorar y no parar hasta arrancarme de cuajo el bicho que me pellizca por dentro tan fuerte.
Podría, pero no lo voy a hacer. No ha sido para tanto, ha sido simplemente mi vida. Y no me voy, o sí, pero dejo aquí una parte de mí, que siempre querrá volver, que siempre considerará esta su casa, que soñará con vivir en el Carmen en un piso de 40m2 con Miguel y ver La cosa o Alien hasta las 4 de la mañana, decir "Paaaajaro" cada dos palabras y reírnos hasta que nos duele la barriga. Ay, Miguel.
Ha sido... ha sido... Es... ya no sé qué verbo usar. Genial, difícil, impresionante, imposible, fácil, triste, insoportablemente importante y definitivo en mi vida. Siento que ya nada volverá a ser como antes y que al mismo tiempo ahora puede ser todo como siempre he deseado que fuera, como una vez fue. Ay, como una vez fue.
No sé por qué escribo esto ni si quiero publicarlo. No sé cómo despedirme, cómo acabar. Creo que esto es un post que no debería tener fin, sólo puntos suspensivos, muchos, muchos... y muchos huecos que cada uno de los que lean deberá rellenar, muchos silencios que todos romperán con sus propias palabras, que yo seguramente no he dicho. Todos los espacios en blanco de aquí y de mí, todo lo que yo no haya dicho o no diré está escrito en algún sitio, de algún modo, alguien lo lleva en su recuerdo, y se lo llevará lejos, a otro país, a otro continente quizá, a otra vida. Lo cuidará, le pondrá flores y velas y de vez en cuando le dedicará unos segundos a rememorarlo, y quizás con el tiempo lo olvide. Yo no quiero volver a "aquellos lugares donde amé la vida", porque no allí ya nada que me haga echarlos de menos. Son las personas, siempre. Es la respiración y los roces y los gestos.
(y acabo aquí porque en algún momento tengo que acabar.)