Me despertaré como cualquier otro, maldeciré al móvil por sonar, notaré la cama vibrar bajo su estertor. Intentaré posponer el momento, escucharé gritos y bostezos al otro lado de la pared, y finalmente me alzaré. Estiraré piernas y hombros, rascaré mis orejas y me aventuraré a sacar una pierna de debajo de mi escondite. Las queridas sábanas.
Luego llegaré al baño, pondré el calentador y abriré el grifo. Mientras dejo el agua correr, me desnudaré, me miraré al espejo, criticaré mis defectos y alabaré mis virtudes, mientras sueño con un reflejo blanco al otro lado, o quizás una mirada tímida que se esconda al fondo, alguien que en su casa me esté soñando, que en su cama me piense y tiemble y quizás, también se roce los labios imaginando que son los míos los que los tocan.
Tras la ducha volveré a la vida, o saldré a ella, y el frío sobre mi piel irá despertando mis músculos, activando mis nervios y mis venas, y mi cuerpo entero decidirá que es momento de empezar el día.
Seguro que será un día como otro cualquiera, y al ponerme las lentillas escogeré siempre primero la izquierda, y luego la derecha, y me vestiré en el mismo orden, no invertiré la sucesión de rutinas por miedo a desencadenar una desgracia, pero ese día, ese maldito día, por fin tendré algo nuevo que contar y no será por una desafortunada sucesión de desgracias.
2 Enero 2008
MODE: quitando la cara de cordero degollao...