Kilométrico Boomer
How many doors had I open and closed? How often had I sneezed?
viernes, noviembre 02, 2007
Vals
La música de cierto éxito reciente del cine francés me transporta automática e inconscientemente a un pequeño pueblo del Levante español, a unos concretos y fríos días de noviembre de hace ahora dos años. Siento en mis antebrazos la temperatura de nuevo, veo el piano viejo y arrumbado contra la pared de casa de tus abuelos, y al instante siguiente tus dedos largos y finos acariciando las teclas y arrancando de ellas la suave melodía que ahora vuelvo a escuchar.

Siempre me resulta fascinante recordar aquello, no sólo ese momento sino todos los que le precedieron y siguieron, toda la batería y el saco infinito de vivencias y trocitos de días que fui acumulando, como si supiera ya entonces que ahora los necesitaría. Siempre añoro aquel año como una sucesión larga y costosa de buenos ratos y una prolongación tonta y malvada de malos comportamientos de personas malvadas, o simplemente tontas, que tropezaron conmigo y mi felicidad de entonces. Añoro mucho aquellos días, pero ya no con la terrible nostalgia que nace de la angustia, la angustia amarga de saber que ya han pasado, sino con la melan-colía de saber que no pueden volver, que las personas con las que vivimos nos actualizan la saca de experiencias, pero aquellas de las que nos separamos abandonan las suyas y se van quedando obsoletas, y a fuerza de tenerlas al fondo de la maleta, acabamos casi-olvidándolas. Y es entonces cuando pienso que "es como si nunca lo hubiera vivido", porque de aquello apenas queda nada, sólo fugaces contactos y eternas promesas, viajes que no haré y cartas que no escribiré, y no lo haré porque hace mucho que me resigné al dolor de haberlo perdido todo, de que haya pasado. No es tristeza, yo ya sé que esto tiene que ser así, no querría volver atrás para vivirlo, ya tuvo su momento y ese momento pasó. No quiero recuperar a esas personas y actualizar la larga lista de experiencias (con algunas contadas excepciones), aunque quiero conectar con ellas de cuando en cuando para asegurarme de que sus vidas están bien. Porque quiero a esas personas, quiero a esa ciudad y a los bancos de sus parques, pero les quiero como a esa profesora del colegio que nos hizo tan felices o a esa amiga invisible que nos inventábamos de niños, o al primer amor, que ya se fue de nuestras vidas. Acaricio sus imágenes dentro de mí, quiero conservarles intactos en mi memoria, pero sé que no puedo adentrarme en esas vivencias, como si estuvieran completamente fuera de mi alcance, y es eso lo que me provoca la dolorosa sensación de que no me pertenecen.
En definitiva, ya no es añoranza, dificultad para seguir caminando sin ellos/aquello. Es simplemente haber seguido adelante lo que me hace mirar atrás con tristeza.
4 Comments:
Blogger EL INSTIGADOR said...
Los recuerdos son aquello que rememoras de días pasados y son especialmente cálidos mientras tomas un baño caliente o un café apretado entre las manos. Me gustó mucho.

Blogger blu said...
me suena más de lo que debería/quisiera. quiero verte y que hablemos, para lo cual tenemos que hablar antes, ponernos de acuerdo en hora/lugar y... ah, no, sólo eso;)
un besazo wapisima

Anonymous Anónimo said...
Pasé por aquí con un puñado de recursos retóricos para pedirte que volvieras. Me los guardo tranquila sabiendo que has vuelto, me voy inquieta por tu resignación a esa distancia temporal, admisibley lógica; espacial y personal (con valencia y cierta personas) intolerable... qué fue de tus mujeres xD pega en verdá un post en plan friki de personajes históricos ;p escribe, figura, que quiero leerte

Blogger Shynolina said...
Hola bonica,
entiendo perfectamente cómo te sientes. Pero me alegro de que a pesar del tono dramático y nostálgico de tu post es como si ya lo hubieses superado.
Siento ser una de esas sombras del pasado, aunque espero que en el futuro podamos pasar más momentos juntas.
te echo mucho de menos.
besicos