Me gusta mirarte en tus momentos de despiste y darme cuenta de lo preciosa que eres. Adoro tu sonrisa pícara y tu cara de concentración, tus enfados y tus bromas sin gracia, y maldigo a mis propios ojos por no querer separarse de tu lado. Luego me duelen las sienes de pensar en lo lejos que me quedan tus orillas, lo imposible de llegar, algún día, a conocerte mejor, a saberme de memoria tus recursos y tus mentiras y poder descifrarlas. La frustración me quita el sueño, y busco maneras de aliviar el picor en los labios, en las orejas y la nariz, por este deseo inconsumable que se quema dentro de mí siempre justo antes de aparecer en el aire.
Encuentro alternativas de nombres cambiantes, sin cara, nicks imposibles o nicks atractivos, pueblos lejanos, barrios vecinos. El intercambio de mensajes me sube el ánimo, me estimula a seguir buscándote entre las demás, pero...
A la hora de la verdad mis entrañas se rebelan y no, no, no, no puedo dar ese paso.
Respecto al resto... No diré nada, por aquello de que "es mejor callar cuando es preciso"...
Mil. O más ;)
PD: "Uno se cree que los pintó Rembrandt o Durero..." xD
(No me cansaré nunca de reírme con vosotros)
(ni de vosotros :P)
(ni de que os riáis de mí, ¿eh?)
[...]
y a mí enterradme sin duelo entre el Prado y el Bornemisza... en la ladera de un monte más alto que el horizonte, quiero ver el Reina Sofía... (8)
Sæírrat es la caña, y en buena compañía, aún más :)
P.D: ¡Viva el capricho parisino!