Qué día más raro, o mejor dicho, qué tres días más raros lleva esta semana. Me he estad o olvidando el asco y la rabia en la puerta de casa, y ya no llego a la Facultad con ojeras y huecos vacíos a los lados, sino simplemente con cansancio o interés, con sonrisas o quejas, pero de nuevo como lo que soy, una persona enérgica, quejica, apasionada, cabezota e insegura, pero sin que se note mucho, jiji.
Luego volví a casa con los nervios de punta por varias razones, sintiéndome triste y un tanto perdida, como si me hubieran rechazado en un casting de Operación Triunfo (nunca he ido así que no sé lo que se siente, pero quizás debería ir al próximo para comparar). Al llegar aquí todo estaba en calma: era el hogar. Todo lo horrible y tembloroso siempre queda fuera, al menos eso siempre lo tengo (no es poco).
A las 4 y algo me fui a Reina Mercedes a tomar café con Sara, María y Jesús, y en el bus iba con ganas de llorar, con las lágrimas casi al borde de los ojos, por culpa de la puta música! ¿Por qué seremos tan masoquistas los seres humanos?
Ahora, aquí, he terminado de leer el trabajo de los blogs que tenemos que exponer mañana, y me da pereza y miedo hacer el ridículo, pero también me apetece ver las reacciones de Lina, que nos desafíe y que seamos capaces de ponernos a su altura (intelectual, se entiende).
Y para variar, al final me quedó un post de lo más trivial - pero al menos conté lo de que quería llorar.
Bueno, paso a paso, se hace camino al andar. A ver...
besos!
en fin, que no te escribo más chorradas :P besos!