Pienso en ti con tus asfaltos
y tus grandes avenidas.
Ordeno las ideas de los hombres
y las mujeres me ofrecen tus perfumes.
Pienso en ti con cada gesto,
con las palabras de la tele,
con las fichas y los bostezos.
Las cuencas de tus ojos me miran.
En el vacío de tus pechos me refugio,
y viene a mi sueño tu señorial gracia.
No te vas de mi memoria
y te fuiste muy lejos.
Me abandonaste a mil leguas,
y en este viaje submarino
ya no te encontré más, entre mis ganas.