Cáete y no te levantes, total, desde aquí me das pena. Risa, la más profunda de las carcajadas. Quédate ahí que haces juego con el suelo, con el cemento, con el asfalto podrido de las ciudades grandes.
Cáete y retuércete con los tuyos, solloza desde abajo y suplica el perdón, pero no me arrastres contigo.
Querida, tú también te equivocas, tú también sabes ser inmunda y dar asco.
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